Impacto del uso de productos con altas concentraciones de THC:¿Qué podemos aprender de las revisiones sistemáticas recientes?
Recientemente, se han publicado dos importantes revisiones sistemáticas que propusieron investigar las asociaciones entre el uso auto-reportado de cannabis de altas concentraciones de THC y los desenlaces en la salud, en particular en la salud mental. Ambos trabajos, realizados por investigadores estadounidenses, intentaron sintetizar y arrojar resultados sobre el estado de la evidencia sobre estas asociaciones, con el objetivo de aportar datos para la generación de políticas públicas.
Para SLIC*, el tema tratado en las dos revisiones a continuación es importante porque, desde la perspectiva de la salud individual de las personas que usan cannabis para cualquiera de sus fines, es esencial que puedan tomar decisiones informadas adecuadamente y tomar medidas para el acceso a productos de bajo riesgo y calidad controlada. Así mismo, desde la perspectiva de la salud pública es pertinente que los decisores sepan del impacto que pueda tener, tanto en cuanto a informar a los profesionales con desempeño en centros de atención y emergencia, como por el impacto en los costos de salud pública que pueda significar.
La primera revisión sistemática, Productos de cannabis delta-9-tetrahidrocannabinol de alta concentración y resultados de salud mental, publicada en Annals of Internal Medicine en agosto 2025, tuvo como objetivo identificar, evaluar críticamente y sintetizar la literatura sobre productos de cannabis de alta concentración y resultados de salud mental. La revisión sistemática analizó 99 estudios con más de 221,000 participantes, enfocándose en los efectos de productos de cannabis con alta concentración de THC sobre diferentes condiciones de salud mental. Los productos de cannabis de alta concentración se definieron como aquellos que tenían una concentración de THC superior a 5 mg de THC o 10% de THC por porción o productos descritos como "concentrado de alta potencia", "shatter" o "dab", incluso cuando no se proporcionaron niveles de concentración específicos. Los estudios incluidos presentaron diversas metodologías, con sólo un pequeño porcentaje considerados de bajo riesgo de sesgo, y reportaron resultados tanto favorables como desfavorables dependiendo del diseño y la población estudiada.
En cuanto a la ansiedad, 68 estudios evaluaron esta condición. Al comparar exposiciones altas de THC con niveles bajos o nulos, el 41% de las asociaciones reportaron resultados desfavorables y el 28% favorables. Los resultados positivos se presentaron principalmente en poblaciones de pacientes con cáncer o trastornos neurológicos, especialmente en estudios de propósito terapéutico. Sin embargo, los estudios calificados como estudios con bajo sesgo indicaron predominantemente resultados adversos, y los efectos negativos fueron más frecuentes en poblaciones sanas.
Respecto a la depresión, 43 estudios aportaron datos. El 36% de las asociaciones encontraron efectos negativos con dosis altas de THC y el 31% reflejaron resultados beneficiosos, especialmente en contextos terapéuticos y en personas con trastornos previos. En poblaciones sanas, los estudios tendieron a vincular el THC con un empeoramiento de la depresión, mientras que en pacientes con problemas mentales previos se observaron algunos beneficios, lo que resalta la influencia del diseño utilizado para estudiar los desenlaces. Esta variabilidad también sugiere que el THC puede tener efectos diferentes según la población y el objetivo del consumo, aunque no es posible establecer conclusiones firmes
Para la psicosis y la esquizofrenia, se analizaron 38 estudios. El 58% de las asociaciones indicaron un mayor riesgo en los grupos de alta concentración de THC, mientras que sólo el 11% sugirieron un riesgo menor. Las investigaciones en poblaciones sanas y aquellas clasificadas con bajo riesgo de sesgo mostraron una relación clara entre el THC potente y el aumento del riesgo de desarrollar psicosis o esquizofrenia, inclusive en quienes ya tenían antecedentes.
La revisión también incluyó 10 estudios sobre el trastorno por uso de cannabis (CUD) y otros trastornos por uso de sustancias. El 75% de las asociaciones mostraron resultados desfavorables con dosis elevadas de THC, lo que apunta a un mayor riesgo de desarrollar problemas de adicción en estas condiciones. En conclusión, aunque los resultados varían según la condición estudiada, el diseño del estudio y la población existe una tendencia consistente entre asociaciones entre riesgos importantes con el uso de productos de cannabis con alta concentración de THC, especialmente en poblaciones sanas.
Los autores reconocen una variedad de limitaciones en su trabajo, que deben tenerse en cuenta en la interpretación de los resultados. La escasez de estudios sobre los productos de cannabis con concentraciones de THC históricamente altas que hoy están disponibles en el mercado legal limitan la cantidad de datos disponibles para el análisis. Además, reportan un amplio margen de error en la medición tanto de exposiciones como de desenlaces, ya que incluso dentro de un mismo dominio se usaron múltiples herramientas e instrumentos diferentes en los diferentes estudios. La representatividad de los participantes tampoco está clara, lo que sugiere que podría existir un posible sesgo de selección en gran parte de los estudios. Los ensayos clínicos aleatorizados incluyeron en proporciones similares a personas sanas y con condiciones subyacentes, pero se enfocaron mayormente en desenlaces agudos, mientras que los estudios observacionales se centraron en poblaciones con enfermedades de base y en efectos a largo plazo.
Otra limitación en este trabajo, también reconocida por los autores, es la misma definición de “concentraciones altas de THC”, en este caso, productos con más del 10% de THC o comestibles con más de 5 mg, un umbral que, en la actualidad, podría considerarse más bien bajo. Esta limitación refleja la dificultad de unificar estudios con diseños heterogéneos que puedan representar con mayor precisión los efectos de los productos ampliamente disponibles en los mercados actuales.
Los autores de esta revisión mencionan que los resultados reportados no pueden ofrecer toda la evidencia necesaria para que profesionales de la salud puedan responder con claridad a preguntas de pacientes y sus familias sobre los riesgos y beneficios del THC, especialmente en salud mental. Aunque se reportaron efectos de preocupación para ansiedad, depresión, psicosis, esquizofrenia y trastorno por uso de cannabis, aún no se puede afirmar causalidad. Los autores recomiendan precaución, reconociendo que el riesgo de efectos negativos aumenta con dosis elevadas de THC. Para los autores, se necesitan nuevos estudios, con mejores diseños, para orientar tanto a profesionales como al público en general.
La segunda revisión, Consumo de cannabis de alta potencia y salud: una revisión sistemática de estudios observacionales y experimentales, publicada en Julio 2025 en el American Journal of Psychiatry, analizó el consumo de cannabis de alta potencia (diferenciando entre concentrados, resinas y hierba de distintos niveles de THC) y su relación con varios resultados de salud. Los estudios incluidos abarcaron adultos, adolescentes y jóvenes, y se compararon distintas categorías de potencia del cannabis, evaluando tanto efectos agudos como no agudos, así como posibles beneficios terapéuticos.
Se realizó una búsqueda sistemática en cinco bases de datos biomédicas y se definieron categorías relevantes de potencia para analizar la exposición. De 4,545 registros evaluados, 42 estudios fueron elegibles. La mayoría examinó consecuencias para la salud mental, el uso problemático de cannabis y el consumo de otras sustancias. Los resultados sugieren una asociación entre el consumo de cannabis de mayor potencia y el incremento en problemas de uso, aunque la evidencia general es de certeza muy baja.
En cuanto a los resultados sobre salud mental, se observaron tendencias hacia síntomas más negativos con el uso de cannabis más potente, especialmente en relación con la psicosis. Los resultados agudos, como el aumento de ansiedad y paranoia, también se asociaron con la administración de cannabis de alta potencia. Sin embargo, los estudios presentaron limitaciones, como el uso de datos auto informados y la falta de claridad sobre la definición y frecuencia del consumo.
Para desenlaces relacionados con la salud mental, 13 estudios analizaron la relación entre el consumo de cannabis de alta potencia y diversas condiciones de salud mental no agudas, como psicosis, ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastorno bipolar. En general, la certeza de la evidencia en este ámbito fue considerada “muy baja”. Además, estudios sobre los efectos agudos, incluyendo ansiedad y paranoia, indicaron asociaciones variables con el consumo de cannabis más potente.
4 estudios se centraron en la ansiedad y la depresión, con resultados mixtos. Algunos identificaron una asociación perjudicial entre el consumo de cannabis de mayor potencia y síntomas de ansiedad y depresión, mientras que otros estudios no encontraron relaciones claras o éstas fueron muy débiles. En estudios experimentales, se observó que el consumo de cannabis de potencia media (Can-Mid) producía puntuaciones significativamente más altas de ansiedad en comparación con cannabis de baja potencia (Can-Low). Sin embargo, los resultados sobre los cambios de ánimo fueron inconsistentes.
10 estudios examinaron la relación entre el consumo de cannabis de alta potencia y la psicosis o síntomas psicóticos. La mayoría encontró una mayor probabilidad de desarrollar síntomas psicóticos entre quienes usaban cannabis de mayor potencia, en comparación con aquellos que no lo usaban o usaban productos de menor potencia. Por ejemplo, un estudio observó que el uso de cannabis de potencia media aumentaba significativamente las probabilidades de psicosis respecto al no consumo. Los estudios experimentales también detectaron mayores niveles de paranoia tras la exposición a cannabis más potente.
17 estudios evaluaron cómo el consumo de cannabis de alta potencia se relaciona con el uso frecuente y el desarrollo de trastorno por consumo de cannabis. Los resultados indican una asociación perjudicial, donde quienes consumen productos de mayor potencia tienden a usar cannabis con mayor frecuencia y muestran más síntomas de dependencia. Por ejemplo, estudiantes de secundaria que consumían cannabis concentrado o mezclado progresaron a un uso más frecuente en seguimientos a 6-12 meses. Sin embargo, la evidencia sobre la relación directa entre frecuencia de consumo de concentrados y problemas asociados sigue siendo inconsistente. Los estudios experimentales detectaron que sólo una investigación mostró un aumento significativo en el gusto por la droga tras consumir productos de mayor potencia.
Figura 1. Gráfico de dirección de asociación para todos los resultados primarios elegibles para síntesis cuantitativa
Esta revisión identificó importantes vacíos en la investigación, especialmente en áreas como el cáncer, la salud cardiovascular y respiratoria, y efectos durante el embarazo, donde los estudios sobre la potencia del cannabis son escasos o inexistentes. Además, los estudios suelen centrarse más en los posibles daños que en los beneficios terapéuticos.
Las limitaciones metodológicas, identificadas por los mismos autores son importantes, ya que la mayoría de los estudios observacionales fueron de tipo transversal, lo que dificulta establecer relaciones causales. Problemas como la causalidad inversa, la falta de datos sobre la dosis real consumida y el ajuste de la dosis por parte de los consumidores ("titulación") complican la interpretación de los resultados. Además, la influencia de otros compuestos del cannabis, como el CBD, no fue adecuadamente considerada en muchos estudios.
Aunque la evidencia sugiere que el cannabis de alta potencia puede aumentar el riesgo de problemas de uso y síntomas negativos de salud mental, la certeza general es baja y existen numerosas áreas que requieren investigación adicional. Los autores recomiendan priorizar futuros estudios sobre los beneficios y riesgos de los límites de potencia, impuestos fiscales y otras intervenciones regulatorias para guiar políticas responsables de control del cannabis.
Para SLIC, estos trabajos representan avances importantes en la evaluación del impacto de altos niveles de consumo de THC en la salud, particularmente la salud mental, a pesar de las limitaciones en el alcance de estos, reconocidas por los mismos autores. Estas revisiones demuestran que es imperativo diseñar estudios con metodologías más rigurosas que puedan arrojar datos más precisos y puedan llevar a conclusiones con mayores niveles de certeza cuando se analicen en conjunto en revisiones sistemáticas.
A pesar de las limitaciones metodológicas, los resultados de estos trabajos deben impulsar a las autoridades sanitarias a pensar en ajustes de la política de cannabis para reducir el consumo de cannabis con altas concentraciones de THC. Esas medidas deberían entenderse como medidas de reducción de daños vinculado al uso de cannabis, y de prevención de consumos problemáticos.
Para uno de los miembros de SLIC expertos en psiquiatría, salud mental y usos problemáticos de drogas, el Dr. Gustavo De Vega, los resultados de estas revisiones son significativos, ya que coinciden con la experiencia clínica respecto de pacientes de diferentes edades, particularmente adultos que comenzaron el consumo de cannabis a edad temprana y mantienen un consumo frecuente hasta la actualidad. Es común que los pacientes desconozcan las concentraciones de THC durante las consultas, incluso quienes tienen plantas propias, especialmente en localidades rurales. Al informarles que, en los últimos años, se han consumido derivados de cannabis con concentraciones mayores de THC (hasta el 25 o 30%), muchos reflexionan sobre las diferencias en sus experiencias actuales en comparación con épocas anteriores.
El Dr De Vega resalta que, en estos pacientes, se observan síntomas atribuidos a abstinencia como cefaleas intensas, irritabilidad, inestabilidad emocional, malestar general y astenia , llegando en algunos casos a fenómenos de despersonalización al intentar reducir o suspender el consumo. Aunque existen algunas experiencias terapéuticas donde estos síntomas han disminuido mediante la administración "off label" de CBD en medicamentos con cannabidiol de calidad farmacológica, estos potenciales usos deben someterse a investigaciones controladas rigurosas para ser confirmados. Para los expertos en salud mental es necesario sistematizar y profundizar las investigaciones clínicas, así como aumentar la difusión de información por parte del estado, especialmente en prevención universal e indicada dirigida a adolescentes, jóvenes, padres, docentes y profesionales de la salud y salud mental, quienes en general no cuentan con suficiente capacitación sobre los cambios en la concentración de THC y CBD ocurridos en los últimos años.
Aunque los estudios analizados en ambas revisiones sistemáticas se llevaron a cabo en Norteamérica y Europa, la Dra. Raquel Peyraube, experta en políticas de drogas, considera que estos resultados pueden ser pertinentes para Latinoamérica, ya que en la región hay una tendencia a adoptar modelos de producción, marketing y consumo similares a los de países como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, donde parece hacerse menor énfasis en los posibles riesgos de uso del cannabis. Para la Dra. Peyraube, en los esquemas regulatorios de dichos países, donde la presencia de productos con elevados niveles de THC es importante, se tolera un marketing principalmente informal en internet (blogs y redes sociales), y hay una limitada atención a los riesgos asociados, se suman intervenciones estatales que fallan en el suficiente control de la producción y comercialización legal e ilegal, así como en las áreas de educación, prevención y reducción de daños relacionados con el uso de cannabis, y no hacen una revisión constante o ajustes de los modelos regulatorios existentes. En su concepto, la falta de participación de los estados se agrava cuando algunas políticas relacionadas con el cannabis no están fundamentadas en investigaciones y responden a intereses alejados de la salud pública. En países donde el modelo regulatorio toma en cuenta estas circunstancias, la implementación puede no resultar eficaz, lo que podría contribuir a un aumento de los efectos negativos asociados al consumo de productos con alto riesgo para la salud.
En conclusión, la evidencia presentada en estas revisiones sistemáticas subraya la necesidad crítica de políticas públicas basadas en evidencia con respecto al uso de productos de cannabis con alto contenido de THC. Los hallazgos destacan asociaciones importantes entre el uso de cannabis con alto contenido de THC y resultados adversos para la salud mental, incluyendo en desenlaces relacionados con ansiedad, depresión, psicosis y trastorno por consumo de cannabis. Estas asociaciones son particularmente pronunciadas en poblaciones saludables, lo que sugiere la necesidad de tener precauciones con respecto a los productos de cannabis con alto contenido de THC.
Dadas las limitaciones identificadas en el cuerpo actual de investigación, incluyendo la variabilidad en los diseños de estudio y la necesidad de metodologías más rigurosas, es imperativo que futuros estudios aborden estas brechas para proporcionar una guía más clara para los responsables de políticas. Los responsables de políticas deben priorizar estrategias de reducción de daños, como la regulación de las concentraciones de THC, la mejora de la educación pública sobre los riesgos asociados con el uso de cannabis con alto contenido de THC y garantizar el acceso a productos de cannabis de menor riesgo.
Para SLIC* es importante seguir avanzando en la exploración rigurosa de los potenciales médicos del cannabis y sus derivados cannabinoides, sin embargo, la evidencia exige un enfoque cauteloso y bien regulado hacia los productos de cannabis con alto contenido de THC para minimizar los riesgos para la salud pública y apoyar el bienestar de los individuos y las comunidades.
*Las apreciaciones de las personas citadas en el texto son personales y no deben interpretarse como posiciones de la Sociedad